Liturgias Taurinas en el Reino Unido

Crónica telefónica de nuestro crítico, enviado especial en Londres

Levantada ya la nueva airosa estructura construida sobre lo que fue el mismo solar que vio su nacimiento en 2014, ha surgido esta obra que ha permitido la celebración de los espectáculos correspondientes a la Feria de Abril en Julio, para admiración de propios y extrañados. La ciudad vivió con temor el pasado mes de Enero, pues las obras en la plaza podían poner en entredicho la celebración de la gran Feria, famosa en toda la región por su rango e importancia de primer orden. Una ciudad con tradición de tanto peso, había reclamado la pronta construcción de una plaza que reverdeciera las tardes y noches memorables que la hicieron famosa, y fue así como con afán y gran organización las obras han acabado con el resultado apetecido. 

Una vez engalanada la plaza y dispuesta para la feria, se dejaba ver el sol de cuando en cuando pero por puro compromiso. La nota más acusada de este primer festejo ha sido la emoción, porque esta es la característica principal de esta fiesta tan nuestra. Las carpas extendidas alrededor de la parte anexa a la plaza dejaban ver el incesante goteo de las más de dos mil cien personas que se acercaban felices a degustar varias de las delicias de nuestra gastronomía. Españoles, ingleses, italianos, australianos e incluso algún vegetariano que se hizo el sueco rindieron justo homenaje a la nobleza de las tapas de jamón, aceitunas, gambas, lomo y a las cuñas del famoso queso extremeño “El Cabrón”, regándose todo con brindis al cielo, rebujito en mano. Tanto dentro como fuera, los areneros allanaron el ruedo de manera primorosa danzando con el animado público sin importar si vestían de toreros, sevillanas, pitonisas, picadores, sardinas o de propios toros.

La fiesta, grande e impresionante, ha suspendido el aliento de los espectadores, sobre todo cuando los diestros desafiaban alzados su propio talento. Dos cuadrillas, dos, encabezadas por el inconmensurable maestro Don Seth Troxler, natural de Michigan pero sevillano de adopción (Aunque solo sea por unas horas), pisaban los adoquines hacia el ruedo con templanza y decisión. Se muestran tranquilos, hablan pausados, como sin prisa alguna por acabar su momento frente al respetable. Si no los conociese, diría que no, que no son ellos los que cada tarde y noche se enfrentan valientes a esta profesión al ritmo de los pasodobles mecánicos del gusto del siglo XXI. Pero es en estos ritmos donde reside la suerte de esta profesión, ritmos rivales que se pican, se estimulan, se contestan, se increpan y se desafían tras los muletazos de los maestros, que en las embestidas por la izquierda responden hartando a naturales donde los malos lo hacen sin tanta naturalidad. A compás, que es la lucha, a ese difícil compás que aquí y en las callejuelas de nuestra Feria tan propicia a su eco, resuena, retumba y se extiende con la insistencia y machaconería de un bolero de Maurice Ravel.

He procurado describir el singular repique de ritmos con sencillez, pero aún así creo que no he acertado a comunicar su inefable e indefinible sugestión. La Feria, nuestra Feria de Abril, ofrece estas sorpresas, se hace y está allí cuando y donde menos se la espera.

Fotos: Khris Cowley