Música y sexo: Orgasmos de piel

Los beneficios que aporta la música a nuestra vida son tantos como funciones tiene nuestro organismo. Desde cambiar nuestro estado de ánimo con unos pocos acordes, recordarnos slogans pegadizos o productos asociados, hasta conseguir ser uno de los medios de máxima expresión de sentimientos.

Ahora bien, ¿y en el sexo? Cómo interfiere la música en el sexo o la sexualidad. Solo hace falta entrar en alguna de las bases de música más famosas como Spotify o YouTube para ver la cantidad de listas que existen relacionando este arte con el de amar, enamorar o practicar sexo.

El lenguaje universal por excelencia cala directamente en nuestro cuerpo a través de las ondas. Cada uno de sus elementos contribuye a estimular, por ejemplo, erotismo, placer o gozo. Tanto es que se tiene conciencia de que esta es capaz de avivar las zonas de placer que se activan por ejemplo con la comida, el sexo, incluso, las drogas. Esto es debido a que proporciona cierta recompensa para el cerebro.

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Para demostrar esto, también hay estudios. En este caso los del psicólogo musical Daniel Müllensiefen, profesor de la universidad de Londres. Mülensiefen afirma que un 40% de la muestra extraída reacciona a la música de la misma manera o con mayor intensidad que a las caricias en pleno acto sexual. Muchos de ellos, además, afirmaron que la música les estimula en la habitación.

Desde la neurociencia también afirman que “los opioides endógenos del cerebro están implicados directamente en el placer musical” (Daniel J. Levitin), siendo estos los que proporcionan esa sensación de bienestar, de recompensa y de satisfacción.

Porque sí, la música puede provocar orgasmos. ¿Quién no ha sentido escalofríos, piel de gallina, latidos acelerados, sudores o excitación sexual? Los cambios armónicos, la dinámica, el ritmo y los elementos de adorno musical pueden llegarnos a provocar “orgasmos de piel” o síndrome de Stendhal.